Un verdugo que corre
segando las vidas
a su constante paso,
aquel cuya propia vida inicia
cual comienzo de todo
lo que ahora existe,
si en aquella explosión celeste
de energía pura
por amor surgiste,
déjame llamarle Dios
a la pasión intensa
que la vida produjiste,
quiero llamarle amor
a cada una de las partes
que por el infinito esparciste,
permíteme llamarle cielo
a aquel lugar
donde la verdad reuniste.
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