Son tus cálidos ojos
como el sol que adoro,
cristales color oro
mi más grande tesoro,
y tus brillantes lágrimas
si son de tristeza,
como filudas cuchillas
desgarran mi corazón acongojado,
levantas tu mirada
y tu adorable sonrisa
me quiere decir algo:
“que no hay felicidad más grande
que las letras que te regalo”;
dulce niña mía
no me quites tu mirada
que no hay belleza tan inmensa
que mirar tus ojitos
resplandecientes y adiamantados.
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